Cartero del cambio




Cartero del cambio

Querido Adri:

                Todavía tus infantiles ojos llenos ausentes de malicia no están hechos para ver tras el duro aire los enredos con que la vida nos maniata y nos ahoga, y sin embargo, cuando, sentado en el sofá,  nos oyes hablar de Podemos escuchas con una curiosidad interrogante que me conmueve.

                Te miro a veces y sonrío cuando me dices: ¿A que sí, abuelo? , pero mucho más, déjame decirte con orgullo, cuando tu madre me dice: “Tiene el mismo carácter que su abuelo”

                Pronto comenzarás a comprender miles de cosas, y, entre ellas, cómo cuando eras niño, un grupo de gente se organizó en un partido llamado Podemos para desde allí transformar esta sociedad de manera que cuando tú te incorporases a la vida de adulto , las injusticias y la insolidaridad fueran menores de las que nosotros y nosotras nos encontramos.

                Espero que cuando llegue a esa edad en la que uno comprende y las preguntas se amotinan en la garganta, todo el esfuerzo de tantos y tantas haya servido para que tú vivas en un mundo donde puedas ser más feliz entre tantos y tantas tan felices como tú. Para eso  mi esfuerzo, para ti y para los otros niños y niñas como tú con los que ahora juegas o con los que convivirás mañana. Deseo con ilusión y espero con esperanza que así sea.

                Y así, cuando recojas el testigo de otros y salgas a la calle a seguir luchando por mejorar la sociedad que te tocará vivir, quizá oigas a alguien, y te sientas orgulloso, decir: “Mira, como su abuelo”.


                Mil besos, Adri.  

Tarde de niebla





Tarde de niebla

La tarde se viste de con faldas de miseria

sollozando por una sombra de inciertos vientos

cuando tu blusa era la única puerta de espera

donde se amotinaba la piel y su deseo.

Cierro los ojos.  Y casi  entierro

en las esquinas de mi cuarto todos mis recuerdos:

los que llevaban tu nombre acunando  la mañana

agonizando en un desliz que perdió la esperanza

cuando aún nada sabía que se  llamaba soledad.

Visto la tarde de abandono y de ojos de niebla

con la que cegar los ojos de luces inacabadas.

Y el ultimo recuerdo con que desvisto mi silencio

me ahoga el alma. Nada palpita. Solo un naufragar

en esta tarde de niebla. Labios muertos entre tus besos






Sonidos de noche







Sonidos de noche

Suena la noche. Las sombras dibujan espejos

que engañan los sueños de las lunas que duermen

cuando una vez soñaron ser agua, quizá  viento,

quizá esperanza en una tarde que ya agonizaba.

Todavía duermen en cápsulas de ensueño

manos que revoloteaban entre un perdido viento

buscando un no sé qué, ya moribundo y ausente

entre el miedo al vacío de tu ausencia amortizada.

Duermo hoy , extraño, entre un remolino vacío de recuerdos

que agita el deseo de unas sábanas por ti enredadas

en el deseo febril de no tenerte cuando, en la mañana,

los ojos abran otro día una luz en ti siempre inacabada.