Viaje interior



Viaje interior

 

Me deslizo nocturno por la carretera.

Aupado por ruidos metálicos que mis piernas duermen,

sueño en un  cosquilleo de luces de neón que siembran

mis ojos de recuerdos de olas asfaltadas de ternura.

La luz se entierra en ataúdes de rojos que buscan

paraísos más allá del sueño y la promesa.

“Nada me dijiste. Apenas te dije nada”

Y la noche me acecha cómplice y encierra

las luces en máscaras de ayeres de hambre y tierra.

Todo son pupilas de colores de luz hambrientas

galopando por ríos de silenciosa y negra grava.

“Nada me dijiste”. Quizá es que agonizaban las palabras.

 

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