Sonrisa de amapola






 
Sonrisa de amapola
 
 
Llevas en tu sonrisa
una amapola de hojas de esperanza.
El viento, que sabe, calla
y besa tu boca de sabor a melancolía.
Calla, niña, calla,
que duerme en tus ojos la mañana
y no sabe el sol si despertarla,
no fuera que en tus ojos su sonrisa
de fatal envidia desmayara.
El aire baila con la mañana
canciones de luz de fuego y nácar
mientras el sol ,mira que te mira,
acaricia a una mañana enamorada

Entre sombras





 

Entre sombras

 

Entre las sombras de cuerpos estremecidos

en el aire del silencio de tu mirada

dormitan, olas abandonadas por la arena del recuerdo,

las caricias amenazadas por el puerto del olvido

en esta tarde de niebla abrazada entre tu cuerpo.

A tu paso dormitan las calles del deseo

bostezando tras tu falda hambrienta de desgana:

todo es banal, por tus manos, por esas manos

que surcan ávidas el abismo de la nada.

Hasta el amor. Hasta el beso y su latido

callan el último grito de desconsuelo.

Vuelvo inerte entre mis sombras

camino de algún interrogante descolorido.

Apenas queda más de mis pasos el eco

y de tu corazón, apenas  el hastío.

 

 

 

 

Acaso en un instante




Acaso en un instante

 

Si un día,

deseo es una mueca de muñeca descolorida,

abrieses tus labios a mis labios

buscando un segundo de tu vida hambriento

al olvido del fantasma del mañana,

y en la cuna de unos ojos cerrados

olvidases el latir del mortecino tiempo

en el que se consume tu deseo,

espina de amor, de tu amor veneno,

quizá, amor de un tiempo imperecedero,

encontrases en mis ojos un instante de fuego

que bastase para iluminar el resto de tu vida.
 
 

Mariposa de sueño




Mariposa de sueño

 

Andaba yo desguarnecido

tras una mariposa de palabras arrinconadas

tras el perfil de una lágrima,

cuando, ya ves, me acordé de ti.

No sé que aire vestido de desencuentro

acarició mi cara con el roce de unos dedos

mitad olvido, mitad sombra de deseo;

pero cuando andaba yo entre mis versos

abrazando la espalda de mis cielos,

ya ves, no sé como, sería el viento,

el caso es, que me acordé de ti.

Camino de ayer




Camino de ayer

 

Llevo un camino en la espalda

manchado de flores que dibujan ayeres enmohecidos

de canciones de músicas abandonadas

entre un te quiero mecido entre el olvido

de unas manos entre el horizonte agarrotadas.

Ando mi camino de impenitente viajero

sin oír de mis pasos el perdido eco.

Un día desnudé mis pies con la arena del suelo

y respiré el aire de un segundo sin pasado.

Casi ya no me acuerdo. Sólo que el llanto

abrió la puerta al sendero de la desesperanza

de unos besos en el pasado amortizados.

Llevo mi camino  en la espalda

marcado por unos besos disecados.

Casi no me acuerdo. Sólo que algunos versos

recordaban en el viento un escalofrío de silencio.

 

 

 

 

 

 

 



No me mires





No me mires

 

No me mires.

Mira que mis ojos asoman a la luz del duro agua.

No me mires.

Ni me mientas.

No en todo lo que callaste entre mis sombras.

No me mientas ahora.

No en este ahora que me acompaña

entre luces de carreteras abandonadas.

No me mires cuando me mientas.

No me mientas ahora.

No me mientas

 

Recuerdo de nada






Recuerdo de nada


 

Me abandona el recuerdo. Ya no me queda nada.

Rebusco, huérfano de los besos que no nos dimos,

algún pequeño escalofrío que me diga que aún estoy vivo.

que las cosas tienen, por que nacieron de ti,

algún irrenunciable e  irreconocible sentido.

Cierro los ojos secos hambrientos de alguna lágrima

y los enredo entre el laberinto mudo de las palabras:

apenas queda un silencio de un sonido que me empapa

de alguna melancolía, entre el alma encadenada,

cuando me abandona tu recuerdo, bruma entre la mañana.

Me lo dicen mis versos, sin el calor de ti malheridos

por esta desgana de esta vida entre el olvido desgarrada,

cuando entre alguna sílaba, entre un loco y leve  desatino,

pronuncian tu nombre, recuerdo en esta rima abandonada.

 

 

Quizá me enamoré




Quizá me enamoré

 

No sé.

Quizá fue una palabra

perdida en un no sé qué.

No lo sé

Quizá fue tan sólo una palabra.

Me enamoré

Sumando recuerdos






Sumando recuerdos

 

Llega la noche. Y tu recuerdo.

Como un metódico náufrago de tu cuerpo

sumo uno a uno cada segundo que no existe,

cada te quiero que no existe,

cada silencio que maldije

buscando, oh amor que no existes,

las cenizas de algún recuerdo.

Y cierro los ojos, y te doy nombre,

y la noche se hace cómplice

e ilumina cada recodo de algún verso

maldito porque no supo dibujar tu cuerpo.

Entre las sombras te beso,

y la habitación se estremece en silencio

 al compás de unos ojos abiertos

a un amor de un amor perfecto.

Llega la noche. Sumo recuerdos.

Es la hora del amor. Del amor perfecto.

 

Espejo de sombra





Espejo de sombra

 

Ni el viento que arrastra mis  besos

perdidos en un sueño indeciso,

ni los versos,

ni las pálidas por el desvarío  palabras

amanecen ya en la sombra de tu cara.

Ni algún te quiero

susurrado apenas entre el hueco

de alguna puerta de mi sutil infierno,

ni mi amor soñado y perdido,

ni mi voz, espejo de un escalofrío,

amanecen ya en el interrogante de tu cuerpo.

Ni los versos, ni la noche robada al sueño

buscando, amor, no sé qué fatal intento,

pueden ya, mi amor de luna y cielos,

encadenarte a mis recuerdos.

 

Aire de recuerdo




 

Aire de recuerdo

 

Te recuerdo,

ahora, en este ahora que comprime

el aire que respira tu cuerpo,

que acaricia tu cuerpo,

que maldice tu cuerpo

porque siempre perteneció a la nada.

Por el aire de recuerdo

entre el viento de tu aire navego

buscando aquella frase que nunca dije

entre frases entrecortadas.

Y por que en cada noche de cada mañana

cierro mis labios y a ti los encadeno,

busco ahora,

en este desvencijado y elíptico ahora,

ese aire que pueda llevarme a tu recuerdo.

 

 

 

Segundos disecados





Segundos disecados

 

 

Ando  despacio.

Respiro aire que no desprecio. Ya no me haces daño.

Las paredes de mi cuarto ya no son ese espejo

que contaba segundos de un reloj sin tiempo.

Todo es fatalmente inerme.

No tengo más palabras que disfracen el silencio

con el que entre mi miedo te meces

en un ligero e impenitente sueño

que quisiera gritar un callado te quiero

entre esta noche de escarcha y nieve.

Ando despacio.

Respiro cadáveres de sueños disecados.

Nada duele. Ya no me haces más daño.

 


Nada en el vacío





Nada en el vacío

 

Hoy siento la angustia de la nada,

(lo único que nos une y nos amordaza),

hendida en el viento, herida el alma,

arrastrando la memoria y su desgana.

Inventando la luz de tu cara en cada día

en que el sueño hambriento y necesario

sobrevive cada segundo en este esfuerzo

de vivir entre una esperanza desconocida,

dormito en la luz, hermana  de la nada,

en la que te imagino y me recreo,

sabiendo que son sólo las sombras de tus besos

las que me llevan a esta rimas encadenadas.

 

Todo sueña en esta noche





 

 

Todo sueña en esta noche

 

Todo sueña en esta noche.

Son mis sueños. Los protejo con cadenas de melancolía

que hacen titilar estrellas que palpitan

cuando pronuncio en silencio su nombre,

susurro de viejas y tristes melodías.

Las sombras despiertan dibujando en el cielo

canciones  de luces que en la noche me besan

iluminando amores que en el amor  incendian

roces de escalofríos de aquellas caricias

que sólo saben estallar entre mis sueños.

Todo sueña esta noche.

Son mis sueños. Los protejo de la desesperanza

con versos de amor que sólo entiendan

quien amó hasta romper los límites del alba.

Son mis versos. La noche me sonríe y me habla.

 

 

 

 

Ruido





Ruido

 





Ruido. Demasiado ruido.
 

Hasta alcanzar de barro las alas que soñaron
pájaros hambrientos de colores disecados
en la vanidad de tu vacío.
 
                (El viento giró perdido en el vacío de tus dedos
    y se escondió en una sonrisa estrangulada)
 
Hasta acallar el gemido del recuerdo
que arañaba el silencio por si en algún acaso
entre tu silencio despertara.
 
                (Las palabras se ahogaron entre las palabras
                y murieron vacía la esperanza)
 
Ruido. Fue demasiado ruido.
 
Hasta, ahogado en el polvo del camino,
romper la cárcel del desprecio de haber tenido
una vez más la decepción entre mis manos.
 
                (Luego el viento lloró entre las palabras.
                Todo ya fue ruido de ti, ruido de nada)
 
 


Escrito en el aire






 

 

Escrito en el aire

 

Te escribo.

No sé. Quizá el aire tu cara bese

con un verso trémulo y leve


de sabor de papel.

No lo sé.

Pero te escribo.

Y sé que el aire te busca. Lo sé.

No sé ni cuándo, ni por qué.


Quizá sepa por qué aún te quiere.

Eso yo no lo sé.

 

 

 

Fragmento de calendario





Fragmento de calendario

 



Vas sumando trocitos de una hoja ajada

perdida en el ayer de un calendario

encadenado entre los fantasmas del recuerdo.

Atrapada, aún buscas en las cenizas del pasado

respuestas que se llevó el viento

abandonándote a la niebla que te atenaza.

Y miras atrás. Las hojas se mueven y parpadean

al compas de un interrogante cualquiera

abierto al corazón y su metódica desesperanza.

Todo es igual. El tiempo suma desprecios

en las paredes que te esclavizan al recuerdo.

Sólo ya te quedan hojas de un calendario muerto

enterrado en un oscuro futuro sin mañana.

 

No sabes




No sabes

 

No sabrás,

¿cómo saberlo?,

que ando tras tus pasos como un ciego

sin zapatos de tacón de ecos de silencio.

Como una hoja de papel,

perdido el aire de un verso maldecido

por dioses que no saben del cansancio,

ruedo entre el deseo

de amarte más allá del fin del acaso

y mas cerca del ruido de los besos.

No sabes,

¿ como sentir el latido de mis versos?,

que voy herido entre tu sombra,

susurros entre tu voz atenazados,

durmiendo entre la marea de este ahora

perdido en un mar de olas muertas
 
tras unos horizontes de color de invierno.
 
 
 


Quisiera




Quisiera

 

Quisiera

en este instante que se llama ahora,

que quisiera ser un ahora

entre tu pecho de un pasado inabordable,

dejar dormida una palabra tierna,

una brisa suave y amable

que limpiara mis recuerdos

de sombras que hieren el silencio

de mis noches y de mis miedos.

Y entre ese instante

que sueña ser un ahora,

instante de luz y sombra,

decirte que alguna vez, entre el viento,

dejo por ti y sólo para ti  deslizarse

alguno de mis más pedidos besos.

 

 

Cierro los ojos




Cierro los ojos

 

Cierro los ojos. El ruido me besa y se pierde

entre un paisaje seco e inerme.

Todo es banal por las manos que mecen

palabras que antes de vivir mueren

entre un sol azulmente decadente.

Cierro los ojos. Ya no hay nadie.

Nadie me besa. Nadie.

No estás. Todo entre una niebla vacía

se eterniza y en tus tinieblas desaparece.

No hay ya nadie.

Sólo cierro los ojos. Todo se queda inerte.

Menos tu recuerdo. Sombra de aire roto y tenue.



Paso de silencio





Paso de silencio

 

Tras tus pasos.

(Silencios).

Todo los pasos son caminos de silencio

entre tu vacío empedrados.

(Suena lejos el amor

que perdió entre sueños los besos).

Y como un huérfano hambriento

de tristeza y de sueños

sigo como un mendigo ciego

ese camino de silencio  

que es el eco vacío de tus pasos.

 

Dexter Gordon: Don´t Explain





Dexter Gordon:   Don´t Explain

 

Suena un beso suave, tenue,

como tu beso perdido en un ayer

que no fue mañana, ni sombra atormentada:

sólo una nota entre una melodía inacabada.

Pero suena un verso tenue

que sobre un papel de blanco se desmaya

durmiendo una melodía bajo tu espalda

en un poema de amor vacío y breve.

Como tu recuerdo, canción que se me duerme

en esta vacía y melancólica mañana.
 
 

Tarde de aire





 

Tarde  de aire

 

El tiempo lleva aire.

Suave mece burbujas incandescentes

en ojos fatalmente  infantiles.

No se oye nada. Todo duerme

ausentes de una luz inaccesible.

Sumo segundos en esta tarde

de aire vacío y sutilmente amable.

Ya no estás tú.

No te echa de menos el aire.

Todo está bien. La tarde duerme.

  

 

Pino de aire





 

Pino de aire

 

Me atrapas, fantasma de brazos verdes:

atrapado a un suelo incapaz de atrapar los cielos,

ojos de esperanza abandonados,

camino entre una tierra amortizada

de cadáveres azulmente amamantados

por la luz de un segundo fatalmente indiferente.

Entre el fío aire y tus suaves agujas verdes

me atrapas: al fin tierra feliz por lo inerte

 

 

 

Nacer





Nacer

 

Nacer,

un instante de luz en una vida inquieta

que entre un espasmo de aire acierta

a unir lágrimas con reflejos de papel.

Aire blanco, paredes blancas,

paisajes de pinturas sin dibujar

entre el aire de unas pequeñas manitas

que quisiesen al duro aire resucitar.

Nacer,

un instante, vida incierta,

suma de lágrimas entre unos brazos de ámbar

entre los que quisiera,

en algún sueño infantil de quimeras,

algún día poder naufragar.


Lluvia en amarillo





Lluvia en amarillo

 

Llueve.

Ahora. Sobre las alas de un pájaro disecado

en el almacén de algún recuerdo mohíno.

(Nada se extraña en los cuentos templados

de las hojas de los ecos vacíos ).

Llueve.

Tu rostro se desparrama en un juguete roto

por la impaciencia de los sonidos
 
de una espiral enredada en el abrigo
 
de un camino azulmente inacabado.

Ya el aire calla.

La niebla se enamoró de su sombra que temblaba

en un abrazo inmortal por lo inventado.

Calla el aire. Tu rostro se envenena en un portal

que gime entre besos  azulmente amarillos.

Cierro los ojos. El mar de tu bosa seca

resbala entre mi manos de trapo.

La lluvia al fin duerme. Duerme tu pelo encadenado.

Una vez el pájaro volaba. Luego durmió en su sueño

 

 

Dejarse llevar





Dejarse llevar

 

Me he dejado llevar,

como un torrente sin aire ni mar

abandonado a su propia indiferencia.

El aire llevaba aullidos en las tinieblas

rompiendo los colores del alba y sus quimeras

mientras se enredaban entre la garganta

recuerdos que al aire amenazaban .

Y cuando la mente quiso olvidar que no olvida,

cuando el sueño se hizo cárcel de la nada,

cuando no estuviste tú: nada de mi nada,

en silencio, casi sin darme cuenta,


me dejé llevar.