Quizá fue porque sabía escribir
Sumaba letras en un cálculo impenitente e inimaginable
buscando resultados de operaciones imposibles,
cambiaba el color de las
letras inventando nuevas palabras
que intentaran expresar el fulgor que le quemaba en la boca.
Ensayaba manchando incansable de rojo papeles blancos
intentando describir cuanto soñaba en los albores del alba,
rehacía el mismo poema una y otra vez, y otra vez , y otra,
cambiaba las rimas, acechaba cada sentido de sus versos:
siempre volvía a rebuscar el exacto sentido de su
sentimiento.
Siempre el mismo poema
disfrazado con distintas palabras
buscando entre el
perfil impreciso de los imposibles versos
explicar el torbellino que incendiaba todos sus sentimientos
y que le hacía morir en las noches frías en que el
desconsuelo
se disfraza de estrellas que tiritan las almas entre sus inviernos.
Un día levantó sus ojos de los papeles entre los que soñaba
y acercó su mirada más cerca de los infinitos y lo que
ocultaban.
Y la vio. Descubrió sus ojos e intuyó que a él le interrogaban,
sintió arder cada una de sus palabras, ardió entre
todos sus versos
y supo al fin lo que buscaba. Era ella a quienes sus versos
dibujaban..
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