Noche disfrazada
No quieras que la noche
se vista de día y que los sueños se vistan de razones
imposibles
que durmieron calles de asfalto negro y olvidado.
No lo quieras. Las tormentas de unas horas
interminables desvelan
otras aceras que se derriten ante soles de madrugadas
apagadas.
No pretendas dormir sueños que no suplican por el estallido
de las venas que serpentean por nudos de sangres y amarillos.
Se adormecen en un insulso tic tac de un tiempo inútil y
callado
en ese reloj de vida que soñaban horas que acaso una vez vivías.
Pero era tan real... parecía que el alma estaba tan viva...
tan viva...
No quieras que la noche
te traiga cadáveres de papel y palabras arrugadas entre el
sueño
de sábanas que las amortajan
en ansias que las engañan.
Cuentan números impares
de operaciones imposibles de escribir
en el cuaderno de páginas miserables en los que el tiempo
se disfrazó de tiempos que encarcelaban colores de
esperanza.
No quieras que la noche te traiga la noche disfrazada de
vida.
Ya no quedan lágrimas. Acaso sólo sus sombras que te
engañan.
Acaso un silencio vestido de palabras, acaso eso, acaso
nada, acaso sólo nada.
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