Azucena roja
Es de noche. La iguana muerde el amarillo
de los duendes de las calles rotas
mientras la noche se desnuda de la aurora
de los gritos agazapados de los niños.
Ya no queda nada. La sombra
se viste de etiqueta en su viaje de molinos
por el aire de los negros rotos disecados.
Es el baile de músicas de papeles cansados
y de zapatos de charol de hambre amordazados.
Es la noche. Aún no queda nada. Rota
la pizarra duermen los dibujos de los niños
que juegan con el azul de las mariposas.
Ya se duerme. La noche se azucena gris y
roja.
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