Anduve
Anduve,
casi ya no recuerdo,
por caminos que hicieron llorar la tarde
con lágrimas de sal y de infierno
cuando las manos lloraban el vacío del miedo
con que los dedos apuntaban a horizontes muertos.
Y aunque las venas rompían de mi dolor el eco
con el que naufragaba en las noches de insomnio,
recuerdo, aunque casi ya
no recuerdo,
que en aquellas pesadillas en las que morí
nunca abandoné tus ojos, nunca me rendí.
Anduve,
casi ya recordar no quiero,
por senderos de desolación y de miseria
en los que tantas veces me hundí
entre el deseo de un olvido imposible y tu recuerdo
que entre mis sombras
me acechaba y me envolvía.
Y aunque mil veces nací
y otras mil morí
en una esperanza que nunca se me adivinaba,
recuerdo, aunque hoy me duela aquel recuerdo,
que aunque nunca tuve la paz que necesitaba,
nunca pude rendirme, nunca me rendí.
Anduve,
mordiendo el silencio de cada una de mis palabras
que soñaron dormir su silencio entre tus manos
y que apenas fueron susurros ahogados entre mi alma
cuando la noche se hacía noche y la mañana era apenas nada.
... Y yo muriendo entre
la noche de mis palabras...
Y aunque mil veces esas palabras se hicieron fuego
en el que ardió mil veces mi desesperanza,
y aunque cada uno de mis silencios se hicieron mil
gritos en los que mi
rota alma se ahogaba y callaba,
nunca supe rendirme y olvidarte, nunca, ya sabes, me rendí.
Anduve mil veces, ya recuerdas, muerto tras de ti.
Anduve, bien sabes, roto, desolado , cansado...
pero nunca pude rendirme,
ya ves, nunca me rendí.
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