Y de repente, el silencio




Y de repente, el silencio

 

Y de repente, el silencio.

Todo estalla. Hay un corazón que olvida

el palpitar de un instante de sangre que tu nombre

lleva en un interrogante que no recuerdo

en las noches en que las sombras se marchitan.

Agoniza la tarde. El aire se lleva versos

que dibujaban palabras bajo tu falda ya marchita.

Todo es fugaz y tenue. El viento arroja caricias

al mar de unas olas sin rumbo ni sentido

en un mar hambriento de lunas sin espejo.

Queda un mar abandonado sin playa ni deseo.

Sólo quedas tú, apenas un eco de  un silencio.

Vuelta al olvido





Vuelta al olvido

 

Entre la niebla de unos pasos escondidos

por el bálsamo del olvido y la inconsciencia

recorro el camino que te ignora.

Nada en este vacío inerme importa:

ni los besos que no diste,

ni las caricias que entre unas manos sueñan

con alguna palabra que te desvista de este ahora

que agoniza en tu reloj sin aguja ni memoria.

Abrazo el camino que regresa

a un mundo alejado de tus tinieblas.

Todo es igual por lo en tus manos perdido.

Nada importa. Sólo unos pasos enmohecidos

 

 

 Javier

 

 

 

Casi ausente



Casi ausente



Te miro,
casi ausente, como un hoja marchita
por el descuido asesino de un viento
que nos esconde de un posible todavía.

Escondo de los ojos la mirada
por si el corazón te descubriese:
todo está lejos de ti,
y todo sin ti muere demasiado lejos...

Y ya entre el vacío me pierdo
arrancado de un corazón abatido
por un error que no entiende
pero que le embruja y le atenaza.

Te miro,
casi ausente, como un verso escondido
encadenado a una rima maldita
que  me esconde de ti: un imposible todavía





No te siento



No te siento.

Me perdí en un beso de viento
y olvidé mis alas de fuego y sueño.

Y ahora, perdido entre unos versos
sin patria ni te quiero,
vengo a ti, nostalgia de infierno,
a morir entre mi silencio.

De nuevo solo otra vez
entre palabras que ya no entiendo.

Ya no te siento.