Un día abriré mis manos


Un día abriré mis manos 

Un día abriré mi puño, 
hambriento de aire y de tu espejo, 
y lo abandonaré en tu mano
que es mi mano, y las sombras de las otras manos
que me llaman en la noche donde los sueños 
no tienen sombra ni amor que los cobije. 
Sólo un nombre, nombre de alas, y de viento, 
y de un mañana que quiso ser hoy, o quizá nada. 
Un día abriré mi mano, 
hambrienta del roce de tu mano, 
y cerraré los ojos, y la boca, y los sueños. 
Un día. Ese día en que todas las manos 
sean dueñas de su destino, de su amor, de su cielo, 
donde el hambre y la angustia sólo sean 
un recuerdo moribundo entre nuestros besos 

Versos en la calle







Versos en la calle




He dejado mis versos amontonados en el descuido


imperecedero de una nostalgia que abrazo en cada día


en que me muerde con labios de deseo  la melancolía.


Todo es silencio en la  arena de los segundos en los que olvido


sumar ese duro respirar al que llamábamos vida.


Nada mece la tristeza , nada , nada, nada..


Los versos se tornaron puños en una madrugada


en los que gritos abrieron la luz a la desesperanza.


Ahora agrietamos su silencio, ahora la calle se inflama


de fuego de luz, de horizonte que abre la mañana.


Nada es ya igual. El futuro en nuestro. El suyo su nada.


¿No oís cómo nos llama?