Azul de infierno



Azul de infierno

En un torbellino de una espiral ciega
donde juega al sueño la mente y sus deseos,
quizá, en un destello de azul infierno
de un solo segundo etéreo , saber pudieras
que en cada instante , sin tú saberlo,
no haya en la soledad de mis versos
ni una de mis palabras que muriera,
porque una sola vez me dijeras: te quiero.

Sombra de habitación



Sombra de habitación

Llena el rumor del silencio
la sombra de una habitación quieta.
Apenas tu nombre en las esquinas inquieta
el aire con que me resigna la indiferencia
de tu nombre extrañando la luz de mis versos.
La noche aún no me aúlla que te quiero...
Las sombras ciegan mis ojos ciegos
y tus labios no abren la boca de mis besos.
Quisiera ahora amarte. Pero todo es silencio.




Regreso



Regreso

(Homecoming)


Vuelvo a donde mis pasos me alejaron
anhelando paraísos perdidos
de una infancia inacabada.
Y así, cuando el sol abrace el mañana
en fotografías de sombras del pasado,
sabré que en ese otro reino de mi vacío
no hallaré otra cosa que no fuera
ese rumor de tu cuerpo y su deseo.



Cápsula de silencio





Cápsula de silencio

Guardo el dolor hecho lágrimas
en el mundo ingrávido de mis versos.
Me duele el aire que los espanta
ajenos al corazón y sus latidos.
No busquéis, amigos míos,
un vano grito de dolor descolorido
en papeles marchitos por la rabia.
Buscad en el recoveco de vuestra alma;
allí, en el silencio de unos versos
que en vuestro corazón descansan.


Matiz de la memoria






Matiz de la memoria

Quisiera
en esta noche con espejismos de luz
en la leyenda de la memoria
atreverme a buscarte en el desliz de las sombras,
allí donde la mentira impone sus tinieblas.
Y en ese paisaje donde las olas acunan
mares de olas moribundas de deseo,
poder sin que los ojos me desmintieran
decirte el fatal engaño de un te quiero.


Pelo de plata



Pelo de plata

Entre tu pelo de plata
emergido entre la noche y la ausencia
navega el barco de mi desesperanza.
Viejas olas de recuerdo se encierran
bajo la cárcel de una fría arena
soñando que el tibio sol las viera.
Los ojos se hacen horizonte de niebla
para un alma de velas deshilachadas
en una marea de sangre disecada.
Entre la melancolía y la inerme arena
se pierde el viento de mi mirada.
Hubo una vez que la luna me miraba.
Y el mar llora. Llora olas de nácar
entre tu pelo y el negro de tu nada.



Alas de cielo


Alas de cielo


Sobrevuelo sobre paisajes mediocres
con que atáis las alas de un paisaje inerme.
Queda herido entre mis alas de mármol
el espejismo moribundo de tu recuerdo.
No hay nada entre mis sombras que te nombre.
Nada, nada.
Ni las caricias con las que te soñé
en noches de insomnio y de fiebre
en las que rompí mis versos
en el recodo de tus labios y su deseo.
Nada queda de mi naufragio.
Nada, nada.
Sólo acaso el batir de un solitario verso
más allá del dibujo de los silencios
buscando una sombra del amargo
vivir sin la sola espera de tu recuerdo.


Para Maria.




Para Maria.

(Berlín nocturno)




No sé. Quizá fuera la noche que lloraba
la ausencia de tus ojos en la mañana
que me acordé de ti.
Y entre risas falsarias abatidas
por angustias disecadas,
sembró el vacío tristezas en la nada
y, en mi silencio, me acordé de ti.
Miro la noche, y sus estrellas:
todo entre sombras germinan el abismo
en el que abrazamos mi vacío.
Es de noche. Las estrellas dibujan la calma
de la muerte de mi esperanza.
Quizá fue el fantasma de la mañana.
No sé. Pero me acordé de ti.



Estación de niebla



Estación de niebla.

Los ojos en el cansancio se encierran
al compás de unas horas sin estación ni espera.
Algunos versos desfallecen entre la niebla
de vagones que con alma de cartón piedra
buscan caminos que los comprendan.
Algunos tañidos despiertan la campana
y el camino de nombres se disfraza.
Sueñan los sueños y dormita la esperanza
en un sucio andén bañado de carbón y escarcha.


Lúcida calma





Lúcida calma

Todo está en calma.
Las maletas cierran autopistas de miedo
camino de extrañas miserias
mientras tu nombre en mí navega
como olas sin playa que las duerman.
Los ojos lentamente callan y sueñan.
La sangre resbala en un corazón de paja
por entre unas venas amortizadas.
Una vez te quise, recuerdas?
Y la noche llora. Llora y luego calla


Nadie podrá arrebatarla




Nadie podrá arrebatarla


Pasan las horas.
Sortilegio de un milagro descolorido
sonrío ante el altar secularizado de la desgana.
La noche es mía. Nadie me la arrebata.
Anida entre la sangre y sus cataratas
donde el corazón olvida el olvido
y para soñar le basta apenas con tu latido.
Me besan las estrellas. Una vez una me quiso
pero no me dejó que la quisiera.
Y la noche se vuelve de pronto inquieta
y la playa abandona las olas acartonadas.
Ya casi no recuerdo su nombre.
Pero la quise tanto... tanto..
Pero la noche me recoge y me abraza
entre sus manos de silencio de palabras.
La noche es mía. Nadie me la arrebata.


Para Paula



Para Paula

Si el alumno no supera al maestro,
ni es bueno el alumno; ni es bueno el maestro.
Proverbio chino


Llegas como el aire
que perdimos en un reloj agotado
de marcar segundos sin sentido,
dando horizonte a dibujos encerrados
en el cajón de una memoria abandonada.
Y las manos vuelven a ser puños
entreabiertos a la conquista de la esperanza,
y las palabras dejan de ser sólo palabras
para ser de nuevo manos entrelazadas.
Llegas para rehacer el espejo de la memoria
donde renacen aquellas puertas entreabiertas
donde lloraron los sueños una noche perdidos
entre falsos reflejos de estrellas apagadas.
Por eso hoy un verso hambriento de esperanza
lleva tu nombre al remolino de mi alma.
Quizá te llegue la caricia de este verso,
y acaso una sola y ligera palabra : gracias.







Espejismo de nombres



Espejismo de nombres

Quizá, en este sombreado paisaje
que dibuja la noche insaciable
ávida de otros nombres con que soñar su muerte,
puedas, niña, oír mi nombre.
Y quizá, por ese extravío de mi mente
enferma de horizontes sin franqueza
y de palabras con las que me condeno,
sonrío en esta noche de nubes deshilachadas
no fuera, acaso, niña de estrellas abandonadas
que descubrieras el miedo de mis lágrimas.
Quizá en esta noche, sin cuerpos de niebla
donde se abrazan los cuerpos disecados,
puedas , niña de ojos encadenados,
oir entre un suspiro de agua mi nombre.
Y sonrío. Sonrío en esta noche amordazada.


Aire sin pasado




Aire sin pasado

Araño el aire, y a mí mismo
en ese ejercicio de respirar varias veces
por cada hoja caducada
con que me regala esta tarde sin pasado.
Nada me impide este vacío
con el que maldigo estas mis mañanas
heridas de un sol que me estremece
al sentir tus pasos amordazados.
Y mientras se engarza la esperanza
a un vahido de un rostro descolorido,
quisiera amarrar mi tristeza
a ti, amor de un aire desconocido.

Cuántica



Cuántica
(Quizá no conocía las leyes de la termodinámica)

Llueve polvo de estrellas
en un espejismo de un tiempo sin pasado.
En el quiebro de la insolencia de una nube hambrienta
llora una azucena que quiso ser pétalo de nada.
Grita, cómplice, el silencio que olvidó las palabras
en un mantel de cuerdas imposibles,
un perfil de alambradas sin sentido
con lágrimas de polvo de estrellas acuchilladas
por un dios que no conoce su destino.
En este cielo hambriento de otros cielos
mueren las estrellas antes de haber nacido
en algún libro de signos desconocidos.
Llueve polvo de estrellas.
Mientras, miro al futuro dibujando mi pasado.

Juegos de aire



Juegos de aire

Juego con el aire.
La noche mece un espejo de nostalgia
donde unos ojos, del mar abandonados,
sueñan volar en aquella playa de duro asfalto.
Luces de amarillo desganado
ensayan un abanico de tristes caminos
sin dirección ni retorno al abismo
que nos separa en esta noche sin descanso.
Sombra en los ojos, heridos los versos,
en un horizonte en esta noche amordazado
a un reloj que no sabe de horas ni recuerdos.
Segundos al aire, roce en mi mejilla.
Y un beso, perdido un labio amortajado,
quisiera ser aire, y sueño, y, en ese sueño
ser acaso sombra del latido de tus besos.



Espuma de versos



Espuma de versos

Mis dedos en el pelo de tu aire
jugando a arremolinar el viento
que se levanta en las olas del deseo.

    Las nubes dibujan sueños imposibles
    al compás de tu pelo negro e incierto.

El recuerdo dibuja tus ojos en el cielo:
Te echo tanto de menos...
Tanto de menos...

     La playa llora a lo lejos
     con olas de espuma de versos.

 Miro a lo lejos.
Todo es quietud, sombra y silencio.
Te echo tanto de menos...



Nada importa



Nada importa


Duerme.
Yo vigilo el eco tus pasos perdidos
en la inocencia del deseo.
Nada importa.
Ni los besos que murieron
antes de que los labios hubieran nacido
del turbio desliz de las palabras
con las que, incansablemente, nos engañamos.
Sera mañana cuando rompamos el silencio
con ese desánimo que nos acompaña
en cada segundo que absorbe ese miedo
que nos da amanecer de nuevo.
Duerme.
Ya nada importa.
Duerme.


De nubes



De nubes

De nubes,
blancas por lo efímeras en tu vientre,
fueron nuestros deseos.
En el ámbar del perfil del recuerdo
aquel titilar de aquellas estrellas que un día nos quisieron
se esconden entre la agonía del invierno.
De nubes.
De nubes, amor siempre perdido.
fueron nuestros recuerdos.