Un día abriré mis manos
Un día abriré mis manos
Un día abriré mi puño,
hambriento de aire y de tu espejo,
y lo abandonaré en tu mano
que es mi mano, y las sombras de las otras manos
que me llaman en la noche donde los sueños
no tienen sombra ni amor que los cobije.
Sólo un nombre, nombre de alas, y de viento,
y de un mañana que quiso ser hoy, o quizá nada.
Un día abriré mi mano,
hambrienta del roce de tu mano,
y cerraré los ojos, y la boca, y los sueños.
Un día. Ese día en que todas las manos
sean dueñas de su destino, de su amor, de su cielo,
donde el hambre y la angustia sólo sean
un recuerdo moribundo entre nuestros besos
Versos en la calle
Versos en la calle
He dejado mis versos amontonados en el descuido
imperecedero de una nostalgia que abrazo en cada día
en que me muerde con labios de deseo la melancolía.
Todo es silencio en la arena de los segundos en los que olvido
sumar ese duro respirar al que llamábamos vida.
Nada mece la tristeza , nada , nada, nada..
Los versos se tornaron puños en una madrugada
en los que gritos abrieron la luz a la desesperanza.
Ahora agrietamos su silencio, ahora la calle se inflama
de fuego de luz, de horizonte que abre la mañana.
Nada es ya igual. El futuro en nuestro. El suyo su nada.
¿No oís cómo nos llama?
Si te dijera
Si te dijera
Si te
dijera…
El aire
muere y envenena
el
recuerdo de mis besos en tu arena.
Todo
calla. Las ola estrellan
tu
recuerdo entre mi niebla.
Calla
el aire. Las palabras
entre
las palabras se encierran
en un
mundo de promesas vanas.
Todo es
melancolía en el alma.
Todo es
tú: todo es nada.
Si te
dijera…
Inercia
Inercia
Me dejo llevar…
Me ahoga este silencio de palabras
apenas muerto antes de respirar.
…El
aire mudo, gime y calla.
Todo es
inerte: hasta tu boca,
mitad
sombra, mitad amago de oscuridad.
La mañana se adormece
entre lo que nunca quise apenas decirte
y el disfraz de estas horas vestidas de muerte
cuando dibujan mis cuadros
imposibles.
… Y el
recuerdo de tus pasos
resuenan
en los pliegues de mi vientre,
mitad deseo,
mitad sueño encadenado.
Me dejo llevar.
Me ahoga este silencio de palabras
en este triste y mortecino instinto de respirar.
Azul de infierno
Azul de infierno
En un torbellino de una espiral ciega
donde juega al sueño la mente y sus deseos,
quizá, en un destello de azul infierno
de un solo segundo etéreo , saber pudieras
que en cada instante , sin tú saberlo,
no haya en la soledad de mis versos
ni una de mis palabras que muriera,
porque una sola vez me dijeras: te quiero.
Sombra de habitación
Sombra de habitación
Llena el rumor del silencio
la sombra de una habitación quieta.
Apenas tu nombre en las esquinas inquieta
el aire con que me resigna la indiferencia
de tu nombre extrañando la luz de mis versos.
La noche aún no me aúlla que te quiero...
Las sombras ciegan mis ojos ciegos
y tus labios no abren la boca de mis besos.
Quisiera ahora amarte. Pero todo es silencio.
Regreso
Regreso
(Homecoming)
Vuelvo a donde mis pasos me alejaron
anhelando paraísos perdidos
de una infancia inacabada.
Y así, cuando el sol abrace el mañana
en fotografías de sombras del pasado,
sabré que en ese otro reino de mi vacío
no hallaré otra cosa que no fuera
ese rumor de tu cuerpo y su deseo.
Cápsula de silencio
Cápsula de silencio
Guardo el dolor hecho lágrimas
en el mundo ingrávido de mis versos.
Me duele el aire que los espanta
ajenos al corazón y sus latidos.
No busquéis, amigos míos,
un vano grito de dolor descolorido
en papeles marchitos por la rabia.
Buscad en el recoveco de vuestra alma;
allí, en el silencio de unos versos
que en vuestro corazón descansan.
Matiz de la memoria
Matiz de la memoria
Quisiera
en esta noche con espejismos de luz
en la leyenda de la memoria
atreverme a buscarte en el desliz de las sombras,
allí donde la mentira impone sus tinieblas.
Y en ese paisaje donde las olas acunan
mares de olas moribundas de deseo,
poder sin que los ojos me desmintieran
decirte el fatal engaño de un te quiero.
Pelo de plata
Pelo de plata
Entre tu pelo de plata
emergido entre la noche y la ausencia
navega el barco de mi desesperanza.
Viejas olas de recuerdo se encierran
bajo la cárcel de una fría arena
soñando que el tibio sol las viera.
Los ojos se hacen horizonte de niebla
para un alma de velas deshilachadas
en una marea de sangre disecada.
Entre la melancolía y la inerme arena
se pierde el viento de mi mirada.
Hubo una vez que la luna me miraba.
Y el mar llora. Llora olas de nácar
entre tu pelo y el negro de tu nada.
Alas de cielo
Alas de cielo
Sobrevuelo sobre paisajes mediocres
con que atáis las alas de un paisaje inerme.
Queda herido entre mis alas de mármol
el espejismo moribundo de tu recuerdo.
No hay nada entre mis sombras que te nombre.
Nada, nada.
Ni las caricias con las que te soñé
en noches de insomnio y de fiebre
en las que rompí mis versos
en el recodo de tus labios y su deseo.
Nada queda de mi naufragio.
Nada, nada.
Sólo acaso el batir de un solitario verso
más allá del dibujo de los silencios
buscando una sombra del amargo
vivir sin la sola espera de tu recuerdo.
Para Maria.
Para Maria.
(Berlín nocturno)
No sé. Quizá fuera la noche que lloraba
la ausencia de tus ojos en la mañana
que me acordé de ti.
Y entre risas falsarias abatidas
por angustias disecadas,
sembró el vacío tristezas en la nada
y, en mi silencio, me acordé de ti.
Miro la noche, y sus estrellas:
todo entre sombras germinan el abismo
en el que abrazamos mi vacío.
Es de noche. Las estrellas dibujan la calma
de la muerte de mi esperanza.
Quizá fue el fantasma de la mañana.
No sé. Pero me acordé de ti.
Estación de niebla
Estación de niebla.
Los ojos en el cansancio se encierran
al compás de unas horas sin estación ni espera.
Algunos versos desfallecen entre la niebla
de vagones que con alma de cartón piedra
buscan caminos que los comprendan.
Algunos tañidos despiertan la campana
y el camino de nombres se disfraza.
Sueñan los sueños y dormita la esperanza
en un sucio andén bañado de carbón y escarcha.
Lúcida calma
Lúcida calma
Todo está en calma.
Las maletas cierran autopistas de miedo
camino de extrañas miserias
mientras tu nombre en mí navega
como olas sin playa que las duerman.
Los ojos lentamente callan y sueñan.
La sangre resbala en un corazón de paja
por entre unas venas amortizadas.
Una vez te quise, recuerdas?
Y la noche llora. Llora y luego calla
Nadie podrá arrebatarla
Nadie podrá arrebatarla
Pasan las horas.
Sortilegio de un milagro descolorido
sonrío ante el altar secularizado de la desgana.
La noche es mía. Nadie me la arrebata.
Anida entre la sangre y sus cataratas
donde el corazón olvida el olvido
y para soñar le basta apenas con tu latido.
Me besan las estrellas. Una vez una me quiso
pero no me dejó que la quisiera.
Y la noche se vuelve de pronto inquieta
y la playa abandona las olas acartonadas.
Ya casi no recuerdo su nombre.
Pero la quise tanto... tanto..
Pero la noche me recoge y me abraza
entre sus manos de silencio de palabras.
La noche es mía. Nadie me la arrebata.
Para Paula
Para Paula
Si el alumno no supera al maestro,
ni es bueno el alumno; ni es bueno el maestro.
Proverbio chino
Llegas como el aire
que perdimos en un reloj agotado
de marcar segundos sin sentido,
dando horizonte a dibujos encerrados
en el cajón de una memoria abandonada.
Y las manos vuelven a ser puños
entreabiertos a la conquista de la esperanza,
y las palabras dejan de ser sólo palabras
para ser de nuevo manos entrelazadas.
Llegas para rehacer el espejo de la memoria
donde renacen aquellas puertas entreabiertas
donde lloraron los sueños una noche perdidos
entre falsos reflejos de estrellas apagadas.
Por eso hoy un verso hambriento de esperanza
lleva tu nombre al remolino de mi alma.
Quizá te llegue la caricia de este verso,
y acaso una sola y ligera palabra : gracias.
Espejismo de nombres
Espejismo de nombres
Quizá, en este sombreado paisaje
que dibuja la noche insaciable
ávida de otros nombres con que soñar su muerte,
puedas, niña, oír mi nombre.
Y quizá, por ese extravío de mi mente
enferma de horizontes sin franqueza
y de palabras con las que me condeno,
sonrío en esta noche de nubes deshilachadas
no fuera, acaso, niña de estrellas abandonadas
que descubrieras el miedo de mis lágrimas.
Quizá en esta noche, sin cuerpos de niebla
donde se abrazan los cuerpos disecados,
puedas , niña de ojos encadenados,
oir entre un suspiro de agua mi nombre.
Y sonrío. Sonrío en esta noche amordazada.
Aire sin pasado
Aire sin pasado
Araño el aire, y a mí mismo
en ese ejercicio de respirar varias veces
por cada hoja caducada
con que me regala esta tarde sin pasado.
Nada me impide este vacío
con el que maldigo estas mis mañanas
heridas de un sol que me estremece
al sentir tus pasos amordazados.
Y mientras se engarza la esperanza
a un vahido de un rostro descolorido,
quisiera amarrar mi tristeza
a ti, amor de un aire desconocido.
Cuántica
Cuántica
(Quizá no conocía las leyes de la termodinámica)
Llueve polvo de estrellas
en un espejismo de un tiempo sin pasado.
En el quiebro de la insolencia de una nube hambrienta
llora una azucena que quiso ser pétalo de nada.
Grita, cómplice, el silencio que olvidó las palabras
en un mantel de cuerdas imposibles,
un perfil de alambradas sin sentido
con lágrimas de polvo de estrellas acuchilladas
por un dios que no conoce su destino.
En este cielo hambriento de otros cielos
mueren las estrellas antes de haber nacido
en algún libro de signos desconocidos.
Llueve polvo de estrellas.
Mientras, miro al futuro dibujando mi pasado.
Juegos de aire
Juegos de aire
Juego con el aire.
La noche mece un espejo de nostalgia
donde unos ojos, del mar abandonados,
sueñan volar en aquella playa de duro asfalto.
Luces de amarillo desganado
ensayan un abanico de tristes caminos
sin dirección ni retorno al abismo
que nos separa en esta noche sin descanso.
Sombra en los ojos, heridos los versos,
en un horizonte en esta noche amordazado
a un reloj que no sabe de horas ni recuerdos.
Segundos al aire, roce en mi mejilla.
Y un beso, perdido un labio amortajado,
quisiera ser aire, y sueño, y, en ese sueño
ser acaso sombra del latido de tus besos.
Espuma de versos
Espuma de versos
Mis dedos en el pelo de tu aire
jugando a arremolinar el viento
que se levanta en las olas del deseo.
Las nubes dibujan sueños imposibles
al compás de tu pelo negro e incierto.
El recuerdo dibuja tus ojos en el cielo:
Te echo tanto de menos...
Tanto de menos...
La playa llora a lo lejos
con olas de espuma de versos.
Miro a lo lejos.
Todo es quietud, sombra y silencio.
Te echo tanto de menos...
Nada importa
Nada importa
Duerme.
Yo vigilo el eco tus pasos perdidos
en la inocencia del deseo.
Nada importa.
Ni los besos que murieron
antes de que los labios hubieran nacido
del turbio desliz de las palabras
con las que, incansablemente, nos engañamos.
Sera mañana cuando rompamos el silencio
con ese desánimo que nos acompaña
en cada segundo que absorbe ese miedo
que nos da amanecer de nuevo.
Duerme.
Ya nada importa.
Duerme.
De nubes
De nubes
De nubes,
blancas por lo efímeras en tu vientre,
fueron nuestros deseos.
En el ámbar del perfil del recuerdo
aquel titilar de aquellas estrellas que un día nos quisieron
se esconden entre la agonía del invierno.
De nubes.
De nubes, amor siempre perdido.
fueron nuestros recuerdos.
Camino
Camino
Camino
en esta nostalgia
que ya no
tiene cuerpo, ni nombre,
porque
tú heriste de soledad las palabras
cuando
los sueños dormitaban en el horizonte
esperando
el ángel de la desesperanza.
Las
sombras llaman a los ecos
buscando
quien las reconozcan:
nada
tiene sentido. Sólo ese deseo del deseo
que el
umbral de su destino que es tu boca
no se pierda definitivamente en el pliegue del recuerdo.
Morir entre tus brazos
Morir entre tus brazos
Mi mano
temblando
entre tu mano
cercana
como ese viento
que se escapa
entre mis dedos,
y tan lejana
como ese calor de besos
dormido
entre mis labios
siempre
en ti, por ti, hambrientos.
Si
acaso
durmieras
mi mano entre tus manos,
mis
sueños por el favor de tus sueños,
mi
muerte por el vacío de tu muerte,
Quizá
acaso,
pudiera
en un instante cierto,
morir
en ti, morir entre tus brazos
Corpus
Corpus
Cuerpo
de viento:
el aire
dibuja en la espalda
un
interrogante de sabor a cielo
perdido
entre una bruma desencarnada
Cuerpo
al viento:
mis
ojos entre tus ojos que me llaman.
Apenas
queda nada:
solo tu
voz, voz de esperanza encadenada.
Olvido
Apenas somos lo que olvidamos;
sin querer morimos entre lo que ensoñamos.
Y así, entre sueños abandonados
vivimos muertos, de los sueños olvidados
Tornasol
Tornasol
Vengo
desde lejos, desde muy lejos,
desde
allí donde se rompen los cuerpos
y las
noches se disfrazan de miedo
con
olor a muerte y de un adiós sin recuerdo.
Abandonados
en el hastío los versos,
cerrados
los ojos, amarga y seca la garganta,
incineré
en el abandono las lágrimas
que
nacen de la impotencia y el silencio.
Vengo desde lejos, desde muy lejos,
no sé
si el horizonte se hace de nuevo cielo,
ni si
habrá oído de luz para mis palabras.
Hoy
sólo apenas alzo los ojos y casi recuerdo:
Todo
era negro…. y tú, tú ya no estabas.
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