Necesito decirte





Necesito decirte

 

 

Necesito decirte

hoy,

en este hoy,

que ni fue ayer, ni sombra de mañana,

ni acaso sueño, ni siquiera sed

de saberse ciertamente proyecto de casi nada,

apenas una sola y tímida palabra.

Necesito decirte

tan sólo esa palabra frágil y tierna

que avarienta del pomo de la puerta de tu alma

desmaye en la paz del abismo de tus ojos

y en la espiral ardiente de tu voz

que a mi voz encierra

entre tu voz encadenada.

En este hoy,

en este hoy que busco morir en tus palabras

quisiera decirte

todo  mi mundo en tan sólo una palabra,

sólo una frágil y  tierna palabra enamorada.

 

 

 

Todo está bien





Todo está bien

 


Abro los ojos.

Y el aire me acaricia la esperanza

con que me regalas cada día en el que me amas.

Ahí estás.

Ingrávida ante el miedo que nos acompaña,

me envuelves cada recodo de piel herida

del abandono y la mortaja.

Todo esta bien.

Recuerdo otros días, otras mañanas.

Pero tus besos los acallan y los empapan

en luces de rosas y  miel.

Cierro los ojos.

Tú me miras. Todo está bien.

Me miras




Me miras

 

Me miras,

suave, como si el aire desmayase tu mirada

entre mis ojos ausentes.

Y callas.

Y quisieras atar tu corazón  a mi mente

como un naufrago se ata a la esperanza

cuando el mar desde la profundidad le abraza.

Y quisieras saber

el abismo de los sueños que las palabras

niegan en sonidos que agonizan y mueren

cuando el silencio en mi silencio calla.

Me miras.

Luego, en silencio, tu silencio callas.



 


A pesar de todo





A pesar de todo

 

A pesar de todo, te quiero.

Te quiero por lo besos que no nos dimos,

por lo que una noche enterramos

en un deseo fatalmente imaginado.

Sí, te quiero, te quiero,

sombra de luz, mi silencio estrellado,

porque cuando la luz se abre en mis miedos

sólo la fe de tus ojos, de aire hambrientos,

hacen que alce los ciegos ojos al cielo

buscando esa estrella que tras tus labios

esconde de la vida tu misterio.


 

Hambre de estrellas





Hambre de estrellas

 

Se abren a la mañana del duro aire las  pupilas

que arden mas allá de este extraño cielo,

más allá del sin sentido de las palabras

más allá de ti, más allá de todo tiempo.

Alzo mis manos en ese paraíso de papel transfigurado

en un deseo febril de un niño abandonado

por tener, siquiera en ese sutil momento,

una luz de estrella que apague mis incendios.

Mas sólo el aire duerme entre los torpes dedos

que no logran acariciar de ti  los sueños.

Apenas queda un rumor de aire triste y cansado

durmiendo en el perfil árido de estos versos.


Lectura de espejo





Lectura de espejo

 
Lees mis versos.

Furtiva, escondida tras el miedo y el deseo

buscas tu nombre escondido en alguna palabra

que parpadee en el cristal de tu esperanza.

Y a veces,

sí, algunas veces,

tu corazón palpita al aire rompiendo su desgana

y pronuncias mi nombre en el silencio

de una rima, entre tu vacío,  abandonada.

Mi nombre que a tu nombre abraza

en algún verso, a la sombra de las palabras.
 
 
 

Vuelta a casa





Vuelta a casa

 

De nuevo he vuelto. Vuelvo

a mi hogar de sueños amortajados en rincones

que reconozco en cada verso que te abraza.

Todo es igual. Salvo la memoria.

Quedan los mismos suspiros en pasillos

amamantados por la desesperanza

de no querer haber nacido,

de haberse sentido vivo en un momento,

en un  breve y mortecino momento,

sollozando por ese cielo definitivamente no abierto,

cerrado a lo besos y a tu nombre.

Pero no a la memoria.

No a la memoria.

Vuelvo a casa. Todo permanece quieto.

Apenas un susurro de un tiempo que pasa.


 

No pudo ser




No pudo ser


Pudo no haber sido lo que nunca fue.
No pudo ser



Memoria



Memoria

Como un árbol aterido a la tierra
en la que muere y descansa,
incapaz del olvido, amante fiel de la memoria,
duermo arañando en la cárcel de mi almohada
el recuerdo que margina cuanto brota
de la ternura en la que se encierra.
Sumo segundos, abrazo mis sombras
en el deseo de desvanecerme entre esa nada
que muere entre ti y a ti te reclama.
Siempre queda entre el rumor de las sábanas
el aullido del dolor de tus palabras.


Se fue



Se fue


Se fue.
No quiso ser de nadie ni de nada
en aquella triste madrugada
en la que, silenciosamente, se fue.
Quedó apenas un susurro de un recuerdo
abrazado en un espiral de la sombra de mi cuerpo
que se llevó la brisa no sé qué mañana
en la que, no se me olvida, la olvidé.
Y la calle volvió a pintar el asfalto
con ese hálito de absurdo cansancio
con el que los días volvieron a palidecer.
Todo se hizo bruma, y desgana, y miedo.
Fue en aquella mañana.
Se fue.