Camino de ayer




Camino de ayer

 

Llevo un camino en la espalda

manchado de flores que dibujan ayeres enmohecidos

de canciones de músicas abandonadas

entre un te quiero mecido entre el olvido

de unas manos entre el horizonte agarrotadas.

Ando mi camino de impenitente viajero

sin oír de mis pasos el perdido eco.

Un día desnudé mis pies con la arena del suelo

y respiré el aire de un segundo sin pasado.

Casi ya no me acuerdo. Sólo que el llanto

abrió la puerta al sendero de la desesperanza

de unos besos en el pasado amortizados.

Llevo mi camino  en la espalda

marcado por unos besos disecados.

Casi no me acuerdo. Sólo que algunos versos

recordaban en el viento un escalofrío de silencio.

 

 

 

 

 

 

 



No me mires





No me mires

 

No me mires.

Mira que mis ojos asoman a la luz del duro agua.

No me mires.

Ni me mientas.

No en todo lo que callaste entre mis sombras.

No me mientas ahora.

No en este ahora que me acompaña

entre luces de carreteras abandonadas.

No me mires cuando me mientas.

No me mientas ahora.

No me mientas

 

Recuerdo de nada






Recuerdo de nada


 

Me abandona el recuerdo. Ya no me queda nada.

Rebusco, huérfano de los besos que no nos dimos,

algún pequeño escalofrío que me diga que aún estoy vivo.

que las cosas tienen, por que nacieron de ti,

algún irrenunciable e  irreconocible sentido.

Cierro los ojos secos hambrientos de alguna lágrima

y los enredo entre el laberinto mudo de las palabras:

apenas queda un silencio de un sonido que me empapa

de alguna melancolía, entre el alma encadenada,

cuando me abandona tu recuerdo, bruma entre la mañana.

Me lo dicen mis versos, sin el calor de ti malheridos

por esta desgana de esta vida entre el olvido desgarrada,

cuando entre alguna sílaba, entre un loco y leve  desatino,

pronuncian tu nombre, recuerdo en esta rima abandonada.

 

 

Quizá me enamoré




Quizá me enamoré

 

No sé.

Quizá fue una palabra

perdida en un no sé qué.

No lo sé

Quizá fue tan sólo una palabra.

Me enamoré

Sumando recuerdos






Sumando recuerdos

 

Llega la noche. Y tu recuerdo.

Como un metódico náufrago de tu cuerpo

sumo uno a uno cada segundo que no existe,

cada te quiero que no existe,

cada silencio que maldije

buscando, oh amor que no existes,

las cenizas de algún recuerdo.

Y cierro los ojos, y te doy nombre,

y la noche se hace cómplice

e ilumina cada recodo de algún verso

maldito porque no supo dibujar tu cuerpo.

Entre las sombras te beso,

y la habitación se estremece en silencio

 al compás de unos ojos abiertos

a un amor de un amor perfecto.

Llega la noche. Sumo recuerdos.

Es la hora del amor. Del amor perfecto.

 

Espejo de sombra





Espejo de sombra

 

Ni el viento que arrastra mis  besos

perdidos en un sueño indeciso,

ni los versos,

ni las pálidas por el desvarío  palabras

amanecen ya en la sombra de tu cara.

Ni algún te quiero

susurrado apenas entre el hueco

de alguna puerta de mi sutil infierno,

ni mi amor soñado y perdido,

ni mi voz, espejo de un escalofrío,

amanecen ya en el interrogante de tu cuerpo.

Ni los versos, ni la noche robada al sueño

buscando, amor, no sé qué fatal intento,

pueden ya, mi amor de luna y cielos,

encadenarte a mis recuerdos.

 

Aire de recuerdo




 

Aire de recuerdo

 

Te recuerdo,

ahora, en este ahora que comprime

el aire que respira tu cuerpo,

que acaricia tu cuerpo,

que maldice tu cuerpo

porque siempre perteneció a la nada.

Por el aire de recuerdo

entre el viento de tu aire navego

buscando aquella frase que nunca dije

entre frases entrecortadas.

Y por que en cada noche de cada mañana

cierro mis labios y a ti los encadeno,

busco ahora,

en este desvencijado y elíptico ahora,

ese aire que pueda llevarme a tu recuerdo.