Polvo en los pulmones






Polvo en los pulmones


Viento en el alma y polvo en los pulmones:
el aire se hace ciego y encarna juegos
de paraísos disecados en movimientos
infantiles de manos que de mí te esconden.

Busco en el pequeño perfil de los recuerdos
alguna sombra que lleve el camino de tu nombre
y que no atraviese el jeroglífico de mis infiernos
cuando se hace bruma la luz de tu horizonte.

Rompo amarras en el puerto de la cordura
y de ti me alejo hasta hundirme en la marea
del vaivén de la palabras que me asustan
en las noches en las que me acechas.

Y así, más allá de ti y de los escalofríos
de la noche que besa el doblez de la almohada
huyo entre la oscuridad que nos acompaña
quedando sólo un rumor de pasos sin sentido.



Sólo una tenue palabra






Sólo una tenue palabra

Fue sólo una palabra,
apenas una brizna de aire perdido
en una luz tenue en la mañana.
Fue apenas una palabra.
Quiso, querer es una mano tendida al aire,
llevarte un beso malherido,
un verso gentil y amable
que iluminase el laberinto de tu alma.
Quiso,
abrazo de un interminable vacío,
ser del amor pálido reflejo,
de la esperanza el ocaso de tu invierno
abrazado a una sola  palabra,
sólo una tenue y perdida palabra.
Soñó quizá haber sido
un alma entre la noche entreabierta
a las caricias de una mañana incierta
cuando el amor se esconde entre palabras
que sólo el amor entre el amor besa.
Pero fue sólo una palabra
una palabra perdida entre la distancia
del sueño que te esconde y te abraza.
Fue sólo fue una tenue palabra.


Olvidar





Olvidar





Olvidarlo todo. Olvidar que fui herida

de sangre ensortijada entre venas de rojas aristas

cuando el sueño entre el sueño cobija

el corazón que entre olvidos aún palpita.



Olvidar, entre el cielo y tú flecha

que no conoce ni senda ni fatal destino,

arrinconada por dioses en la razón malditos,

por el amor cautivos de la indiferencia.



Ya así, cuando el sol se suicide en la arena

de un reloj sin límite ni sentido,

recoger del alma los residuos de la noche ciega

de un amor sin alma de un verso malherido.
 
 
 
 






Reflejos azulados




Reflejos azulados





Se abre la noche. Las luces se disfrazan

de espejismo con sabor a besos desparramados

en un cielo abrasador por lo oscuro de su alma.

Ya todo está bien. Los reflejos ayer azulados

juegan con los sueños de las calles apagadas

dibujando tu rostro en colores olvidados

por aquel dios que hoy ya no nos reclama.

Cuento las espinas que la noche amenaza

en un corazón cansado de versos inmolados

al afán de la vida y su universo inacabado,

y rompo las cadenas que a mis estrellas te atan

como un fantasma cosido al fondo de mi alma.

Pero se abre la noche. La luz se desmaya

y los ojos se abren a un poema enamorado.

Todo está bien. Es sólo un reflejo azulado.


 

Paisaje




Paisaje





Cielo en el aire

que se esconde tras los ventanales del alma

en una lluvia de oro agonizante

arrastrando tras de sí las sombras de la playa,

sombras de aire, de la luz su amada.



Las olas juegan en mi pensamiento,

como arena de conchas desparramadas,

llenando las almenas derribadas de recuerdos

de aquellos castillos de una infancia inacabada,

manos sin aire, susurros de agua clara.



Duerme el viento

tras las palmeras del primer deseo

que abanica los ojos entre algún torpe verso,

brisa de corazones entre rumor de besos.

Un día me llevó a un paraíso. Hoy ya no lo recuerdo.




Viento de espalda




Viento de espalda


Mis ojos escondidos tras la sombra de tu espalda
contaban cada uno de los pasos que te alejaban
del dolor de los recuerdos aún no heridos,
verso entre el silencio de ti, por ti perdido.

El instante recordaba el infantil juego de tu pelo
abrazado al baile caprichoso de un indeciso viento,
bruma entre tú y la inaccesible distancia.

Mientras, en la calle, un leve destello ensortijaba
algún suspiro en la avenida de la desesperanza
de un fatal tiempo con esfera de agujas sin destino.

Te fuiste. Poco a poco el aire se fue muriendo
por entre el rumor de aquellos besos aún no nacidos
en los labios del desamor, verso de un poema malherido.

Y ahora, cuando el aire se enreda en mi cara
en una caricia que a mis ojos tus ojos me llaman
recuerdo aquellos pasos, aquella mañana hecha distancia
de aquella calle rota que de mí aquel día te alejaba.

Ligera lágrima




Ligera lágrima


Sólo fue un lágrima.
Una pequeña y leve lágrima
resbalando por el vaivén de mis mejillas
en un camino sin horizonte ni mediodía.
Sólo una lágrima.

Acaso el cielo jugó con el viento
llevando a mis ojos algún perdido recuerdo
cuando las estrellas eran de tu pelo espejo
y la luna cómplice de nuestros besos.

Acaso la noche abrazó la nostalgia,
perdida entre el mar, apacible la mirada,
de un amor de un sol perdido entre la brisa
del brazo de su fiel amante, la melancolía.

Sólo fue un lágrima
resbalando por el vaivén de mis mejillas
en un camino sin horizonte ni todavía.
Fue sólo una perdida y leve lágrima.

Hilos de blanco papel


Hilos de blanco papel


Y este afán de reconstruir versos
que entre tus brazos murieron
antes de saber si eran mar, acaso cielo,
quizá tan sólo la brisa de un beso
perdido en el silencio de aquel te quiero.

Se desgranan entre este blanco papel
hilos negros de caminos atrapados
en aquel perdido país de los recuerdos
cuando mis labios eran tus labios
y tu sonrisa paraíso de algún amanecer.


Y yo como un fantasma herido
más allá aún del luto y la consciencia,
sumo por ti palabras, reúno en ti escalofríos
que en la noche, cuando aúlla la tormenta,
tiemblan en un corazón de un papel vacío.